La vida en un edificio tiene sus pros y sus contras. Entre las ventajas están una mayor seguridad y el poder relacionarse con otros propietarios. Pero, en ocasiones, también puede comportar una serie de problemas vivir en una comunidad de vecinos.

Aunque gran parte de los integrantes de una comunidad busca relacionarse respetando las normas comunes, es verdad que otras personas pueden tener comportamientos inadecuados, que generen conflictos de mayor o menor intensidad

Por ejemplo: excesos de ruido, la rotura de elementos comunes y otros daños habituales en una comunidad de vecinos. A continuación analizamos los problemas más frecuentes a los que puedes enfrentarte.

Viviendo en una comunidad de vecinos: problemas  más frecuentes

Los conflictos entre vecinos pueden tener muchas causas, desde hábitos inadecuados a la falta de comunicación o incidentes aislados.

Muchas veces la solución es simple y solo requiere de buena voluntad; en otras ocasiones hará falta recurrir a la mediación de las autoridades de la comunidad, como el Presidente o el Administrador de Fincas.

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Las situaciones más comunes son las siguientes:

Humedades y daños por agua

La aparición de goteras o humedades indican la rotura de una cañería. El problema suele ser la correcta identificación de a quién pertenece el caño dañado. Por tanto, hasta que no quede claro cuál es el origen de la pérdida, no se puede establecer quién debe hacerse cargo.

Si es un caño privativo, es decir, parte de una vivienda particular, será el propietario de dicho inmueble quien deberá costear los arreglos y cualquier daño que esta situación haya causado en terceros. En estos casos suele ser muy útil contar con un seguro de hogar con responsabilidad civil.

Si, por el contrario, la humedad proviene de la rotura de la bajante del edificio, será la comunidad quien deberá hacerse cargo. En estos supuestos, un Seguro Multirriesgo de Comunidad resulta indispensable para la tranquilidad de todos los vecinos.

Ruidos molestos

El exceso de ruido es otro foco habitual de problemas con los vecinos. Puede haber infinidad de causas, como un alto volumen de los televisores o de los equipos de audio, discusiones acaloradas, movimiento de muebles, llantos de bebés e, incluso, ladridos de perros.

Según las asociaciones de vecinos, alrededor de un 20% de los conflictos en comunidades se debe a este problema.

Ante estas situaciones, lo más adecuado es intentar solucionarlo hablando personalmente para poder llegar a un acuerdo.

Si esto no es suficiente, no queda otra que acudir al Presidente o al Administrador, quien podrá mediar entre las partes. Asimismo, es muy probable que las comunidades tengan normativas respecto a los niveles máximos de ruido aceptables.

 

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Morosidad en los pagos de la comunidad

La falta de pago de la cuota de la comunidad a menudo es causa de enfados. Esta morosidad puede hacer que la comunidad tenga dificultades para estar al día con los servicios externos o con el personal que tenga contratado, por lo que debe solucionarse lo antes posible.

Si todas las instancias están agotadas, lo recomendable es comenzar un proceso monitorio. Para ello, la Junta debe aprobar la liquidación de la deuda del moroso a través de una instancia judicial.

Tomar medidas como prohibir a los deudores el uso de los elementos comunes de la finca no es recomendable, pues puede ser interpretado como una coacción.

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Obras

Las obras en la comunidad también son delicadas. Una reforma en una vivienda particular puede causar ruidos o daños a otros vecinos. Por otro lado, los trabajos en zonas comunes también podrían afectar a algunos propietarios en mayor grado.

Tanto las obras en las viviendas como en zonas comunes deben ser aprobadas en una Junta de Vecinos. Es durante la celebración de estas reuniones que los potenciales afectados deben indicar si están en desacuerdo y, en último caso, salvar su voto para impugnar alguna de las decisiones de la comunidad.

Daños o un mal uso de las zonas comunes

La inadecuada utilización de las zonas compartidas de una finca también puede provocar desacuerdos entre los vecinos.

Un caso común es cuando los niños juegan en zonas prohibidas o cuando los propietarios dejan una bicicleta, un patinete o cualquier bulto en un área de paso.

Lo más sensato es apelar a la buena voluntad de quienes están incumpliendo las normas, para que cambien su actitud. En caso contrario debe acudirse al Presidente de la Comunidad, quien debe solucionar el problema recordando las reglas del edificio a los infractores.

En resumen, la vida en comunidad es compleja y requiere del compromiso de todos sus miembros para mantener una buena relación.

En este sentido, la figura de un Presidente o de un Administrador de Fincas – imparcial y con experiencia – es fundamental para garantizar una convivencia armónica.